Los efectos de los tres principales debates electorales

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Por Onofre Salvador


La confrontación de ideas siempre ha sido uno de los principales motores que impulsa las sociedades. A través de ellas se despejan dudas, se descarta lo de poco valor, y se escoje lo mejor.


A propósito del introito, en estos días hemos sido testigo de tres debates fundamentales para el fortalecimiento democrático e institucional del país: La senaduría por Santiago y la capital, seguido del debate de las aspirantes vicepresidenciales, para cerrar con broche de oro con el presidencial.


Antes de entrar en materia, debo decir que estamos asistiendo a algo novedoso, lo que nos llena de esperanza a pesar de las falencias que arrastramos en lo político, social y económico. Una cultura de debate, nos colocará, sin duda, unos cuantos pasos adelante.


En cuanto al resultado, quedó evidenciado el empuje de los opositores al manejar mucho mejor que los oficialistas, la oportunidad en el señalado escenario. Demóstenes, Omar, Zoraima, Ingrid, Leonel y Abel, tuvieron un desempeño formidable, aspecto que ha salido a relucir a pesar del control masivo que ejerce el gobierno a través de medios, voces y plumas carentes de objetividad.


No sólo ha sido un despliegue de conocimiento sobre cada cuestionante, sino también réplicas contundentes que dejaron con mínima argumentación a sus oponentes en cada uno de los casos.


En ocasiones resulta exitosa la entrega de datos sin base de sostenimiento, pero el asunto funciona solo en momento que se tiene de frente a individuos pocos formados e informados, aspecto infuncional cuando emergen en la escena personas ilustradas y cargadas de datos puntuales.


En relación al último y más importante de los debates, por tratarse de los aspirantes a presidir los destinos del país, se vio al actual mandatario con argumentos poco sustanciosos, sin propuestas y, sobre todo, recibiendo respuestas demoledoras, sin faltar a la decencia, en los temas empleo, educación, salud, migración, economía, en fin, en todo lo que allí pudo tratarse.


Pienso y creo es el sentir de mucha gente, que faltaron preguntas que abordaran otros temas, parte que daría mucho más notoriedad al debate, lo que deberá ser considerado a futuro.


Quedó claro que después de los debates, la narrativa ha cambiado, dando un notable empuje al polo opositor, y un ya no disimulado nerviosismo en la gente del gobierno, quienes pierden impulso en la recta final.

¡Que viva la cultura del debate!

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