​Los derechos humanos.

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Las sociedades sienten regocijo cuando se logran establecer estructuras que al parecer contribuyen a su mejor funcionamiento. Especialmente aquellas que le dan seguridad, como es el caso de la comisión de derechos humanos. ¿Que resulta en un país permeado por acciones violentas originadas en la delincuencia con la existencia de la institución que defiende los derechos humanos? Su papel va a estar relegado a proteger a los que no entienden que el otro ser humano tiene derechos que él debe respetar. En función de esto la sociedad afirma que el papel de la organización es defender los delincuentes.


Aquel ciudadano que incurra en el delito de impedir el derecho a la vida y bienes de otro ser humano, cargado de mejores valores sociales que él, no tiene derecho a quejarse cuando se les vulneren sus derechos. Las instituciones que trabajan para la sociedad tienen el deber de orientar las masas para que estas comprendan cuáles son sus derechos y deberes. A caso aquel ladrón, que fue a la joyería y degolló a una joven mujer que trabajaba para sobrevivir, o aquellos que planearon la desaparición de la joven Emily Peguero por citar algunos en decenas de casos que ocurren a diario, merecen ser respetado en sus derechos.


Sin temor se puede afirmar que por los delitos cometidos por estos criminales le quitan todos los derechos que la ley le confiere. Los Estados trabajan mucho en materia de darle respuestas a las necesidades del ciudadano pero en ese camino también cometen errores que luego tienen que pagar. Centrarse en sectores poderosos y olvidarse de los de abajo es un problema que impide avanzar al desarrollo, social, económico y político.

En materia de derechos esa juventud de esta generación oriundos de familias disfuncionales que han dirigido su vida a un mundo oscuro, deben tener también un derricadero. Se han hecho cárceles modelo tratando de restaurar a esta masa, pero no se evidencian los resultados de esa buena práctica judicial. En verdad a diario se ven sujetos recurrentes en sus delitos, que cumplen condenas y cuando vienen de las cárceles están más instruidos a cometer otros crímenes.


El problema no es cuidar al delincuente que tiene fastidiado al policía y la ciudadanía en general. Este no es un problema de los derechos humanos. Es un problema de un Estado que debe poner frente a una situación de seguridad de todo un país. A todos nos confiere el deber de luchar por la paz en el mundo entero. 

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