​Asaltos y robos asociados a sustancias prohibidas.

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No se está seguro ahora en ninguna parte, el uso de sustancias prohibidas se inicia en la periferia y se va expandiendo a la zona rural o viene de lo rural a la periferia, en fin, está llegando hasta a los cuellos blancos y hasta a líderes comunitarios, este es el mal del siglo XXI, representando una especie de anticristo. Una amenaza a la gente sacrificada, estudiosa, dedicada al trabajo y desarrollo social.


La inserción de los jóvenes en este mundo oscuro lo aleja de sus padres de tal manera que pierden totalmente el control de estos. Hay un sin número de padres sometidos a las acciones inhumanas de los hijos, obligándolos a todo tipo de acciones en búsqueda de dinero para la adquisición de estas sustancias estimulantes, hasta el extremo de no dejar en sus casas una sola silla para sentarse. Una vez agotados estos recursos entonces se apandillan para salir a buscar aquello en las calles. Desencadenando la ola de atracos, robos y crímenes.


La única medida que tiene la ciudadanía contra este tipo de acto es entregarle todo, con el fin de preservar la vida. Las cárceles están llenas de jóvenes involucrados en este mundo oscuro. Es penoso ver la reacción de las madres frente a las exigencias de estos desde las cáceles, acomodándoles y protegiéndoles de los peligros a que se enfrentan en estos lugares infernales, conducidos por los vicios y aun así no abandonan esa vida.


Este fenómeno social preocupa y a la vez deja impotente a todo y pensar que solo hay que eliminar un solo poderoso el narcotráfico. Ese es un problema de todos los Estados del mundo, como se puede ver a unos afecta más que a otros. En las ciudades ricas la gente no tiene que acudir a actos vandálicos para hacer lo que le guste, aunque se autodestruyan. Evidentemente todo recae en los más pobres. 

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