¿Qué tan seguro es usar bloqueador solar?

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La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) casi nunca hace pruebas de productos, pero en mayo la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) publicó los resultados de una prueba aleatoria, realizada por investigadores de la FDA, para determinar si las sustancias químicas de cuatro bloqueadores solares disponibles en el mercado eran absorbidas a través de la piel y viajaban hacia el torrente sanguíneo. A los participantes se les aplicó cuatro veces al día una de las fórmulas en una cantidad que está especificada como el máximo que usaría una persona: 2 miligramos por centímetro cuadrado de piel sobre el 75 por ciento del cuerpo. Después, se tomaron muestras de sangre y se analizaron.


Todas las sustancias químicas del bloqueador solar fueron detectadas en concentraciones que superaron el límite que establece la FDA y, cuando esto sucede, se les solicita a los fabricantes realizar pruebas toxicológicas adicionales.“Las personas que usan bloqueador solar piensan —con toda razón— que ha sido probado y que es seguro y efectivo”, comentó Kanade Shinkai, dermatóloga de la Universidad de California, en San Francisco, y autora de un artículo de fondo que acompaña el estudio de JAMA. “Y realmente no tenemos prueba de ello”.


En términos legales, en Estados Unidos el bloqueador solar es considerado un medicamento, es decir, una sustancia “cuyo propósito es ser utilizada en el diagnóstico, la cura, el alivio, el tratamiento o la prevención de una enfermedad” (en este caso, quemaduras por exposición solar y cáncer de piel) o que afecta “la estructura del cuerpo o alguna de sus funciones”. Hasta 1962, los medicamentos podían comercializarse en Estados Unidos sin ninguna información que sustentara sus afirmaciones de eficacia; sin embargo, ese año, una serie de informes de que un sedante llamado talidomida había provocado graves defectos congénitos en miles de bebés en Europa occidental derivó en la Enmienda Kefauver-Harris a la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos de Estados Unidos, que exige a los fabricantes comprobar, conforme a los requerimientos de la FDA, que sus productos son seguros y efectivos antes de ponerlos a la venta.


No obstante, más de 100.000 productos farmacológicos de venta libre ya se encontraban en el mercado, incluyendo los bloqueadores solares, los cuales, con base en la nueva ley, necesitaban una revisión. Para agilizar el proceso, en 1972 la FDA los clasificó en categorías terapéuticas (por ejemplo, los antiácidos) como “monografías” científicas asignadas, que incluían listas de ingredientes activos. Si los datos disponibles al público comprobaban que estos ingredientes eran seguros y efectivos en general, podían usarse en productos del momento y futuros bajo las condiciones especificadas en la monografía sin revisión adicional.


Aunque los medicamentos (como otros productos y recomendaciones de salud) se pueden poner a prueba durante años en ensayos clínicos de cientos, e incluso miles, de personas, esto no siempre pronostica cómo afectarán a millones de personas tras décadas de uso. En la población general, los efectos secundarios peligrosos pueden seguir siendo invisibles debido a la falta de estudios de gran calado a largo plazo. En 2002, unos seis millones de mujeres estaban usando medicamentos de remplazo hormonal para aliviar los síntomas de la menopausia (sustituían una sustancia química por otra, al parecer inocuamente) hasta que un estudio federal demostró que, al cabo de cinco años, los medicamentos aumentaban el riesgo de padecer cáncer de mama, un paro cardiaco y coágulos sanguíneos.


Entonces, la sola falta de evidencia negativa no demuestra que los bloqueadores solares sean seguros. Los estudios en animales han planteado la posibilidad de que algunos filtros UV, incluyendo la oxibenzona, podrían alterar el sistema endocrino, lo cual puede afectar la reproducción, el desarrollo y la inmunidad. De acuerdo con Robert Califf, excomisionado de la FDA, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Duke y el otro autor del artículo de fondo publicado en JAMA, incluso si esos filtros elevaran muy ligeramente los mismos riesgos en las personas, de lo cual aún no hay evidencia, “las pequeñas diferencias en una población numerosa pueden ser muy relevantes y podría ser difícil notarlas. A ciertas personas les cuesta trabajo embarazarse, algunos hombres son estériles… esos casos se dan a diario, así que no piensas en retrospectiva: ‘Vaya, podría deberse al bloqueador solar’. Y probablemente no se deba a ello”


No obstante, es especialmente complicado realizar estudios de bloqueadores solares con poblaciones enteras debido a que hay muchas variables involucradas. En Estados Unidos, en la monografía del bloqueador solar hay catorce ingredientes activos disponibles para combinarse de incontables maneras. Las personas usan muchas fórmulas, las aplican en distintas cantidades con diferentes métodos (por ejemplo, en aerosol y en crema) y realizan una amplia variedad de actividades tras aplicarlas. De acuerdo con Shinkai, este es en parte el motivo por el que la investigación básica está incompleta: “Realmente no sabemos cuál es la dosis adecuada para prevenir el cáncer de piel ni si debe ser distinta para los diferentes agentes o incluso para las distintas combinaciones de agentes que se usan en los bloqueadores solares”. 


(La Academia Estadounidense de Dermatólogos recomienda 29 mililitros para la mayoría de las personas). Tener más información podría salvar vidas, pues, por ejemplo, hay un incremento en los diagnósticos de melanoma, el tipo de cáncer de piel más mortal. Aunque hay pruebas contundentes de que el bloqueador solar previene el cáncer de piel, los expertos no han llegado a un consenso sobre si la información disponible demuestra que las fórmulas actuales de bloqueadores solares y los métodos de aplicación protegen la piel contra el melanoma específicamente. Podría haber mejores prácticas que desconocemos.

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