Alfonso Vegara: "El nuevo reto de las ciudades es el equilibrio social"

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DIARIO EL MATERO, Alfonso Vegara es urbanista. Arquitecto, sí, pero no solo. Piensa las ciudades, esos lugares donde "el hombre se mueve, vive, trabaja, se divierte, aprende", desde los edificios, pero también desde las relaciones sociales, la economía y la naturaleza.


Tres carreras lo avalan y, sobre todo, su afán de transformar las urbes en espacios más igualitarios, un cambio que la pandemia del coronavirus facilitará porque se ha abierto, destaca en una entrevista con Efe, un espacio de experimentación urbanística alejado de los encorsetamientos administrativos habituales.


Este alicantino residente en Madrid -arquitecto, sociólogo y economista- asesora desde su Fundación Metrópoli en cómo crecer y transformarse a ciudades tan dispares como Singapur, México, Bilbao, Buenos Aires, Kuala Lumpur o Moscú, que ahora, en la era poscovid, cambiarán sus espacios públicos, como también lo harán, predice, nuestras casas, colegios y centros comerciales.


Pregunta.- Estamos pasando por una crisis sanitaria inesperada con ciudades no preparadas, ¿qué actuaciones rápidas aplicaría en las grandes urbes?


Respuesta.- Repensar el espacio público de la ciudad es importante, sobre todo las áreas centrales, porque las periféricas son más fáciles de organizar. En el corazón, por ejemplo, de la M-30 de Madrid es donde se puede experimentar cómo utilizar el espacio público para las actividades actuales y de futuro. Este es un reto fascinante porque nunca vamos a tener una oportunidad así. Nunca vamos a tener a los políticos dispuestos a tomar decisiones drásticas para intentar buscar buenas soluciones. Vamos a aprender muchas cosas.


Y de cara al futuro, ¿va a cambiar la manera de diseñar esos espacios públicos urbanos?

Las ciudades ya han entendido que los coches no caben en el centro. A medida que un país se va desarrollando, que la población adquiere un nivel de renta mayor y accede a vehículos, hay que poner restricciones porque el espacio público es limitado. Las sociedades realmente avanzadas son en las que los ricos usan el transporte público. Este momento transitorio, el que se van a ampliar las terrazas y algunas calles van a ser peatonales, supone una manera de experimentar y ver que la ciudad puede ser distinta.


¿Y los espacios interiores, ¿hay que repensarlos?

Yo creo que sí. Por ejemplo, la tipología de vivienda va a cambiar muchísimo. En el futuro vamos a aspirar a tener viviendas híbridas donde puedas vivir y trabajar. Y flexibles, porque la etapa de la familia cambia muchísimo a lo largo de los años. Se van a acelerar las tendencias que ya venían. Las viviendas van a ser distintas, los lugares de trabajo van a ser totalmente diferentes, la función comercial va a cambiar extraordinariamente con el comercio electrónico y también la educación, los colegios y universidades, en los que va a haber un mayor protagonismo de la educación a distancia. Van a cambiar muchísimo las ciudades y eso va a hacer que la gente quiera trabajar donde le gustaría vivir. El gran magnetismo del futuro de las ciudades va a ser la calidad del ambiente.


Con el confinamiento, los "minipisos" se han convertido en jaulas. ¿Conviene replantear el modo de vida de las ciudades?

También está pasando en otras tipologías de viviendas, los dormitorios para trabajadores que van temporalmente a otros países. Algunos de los nodos de contaminación más potentes han sido los dormitorios. Pero las ciudades tienen 5.000 años de historia, han pasado pandemias, han pasado crisis, y siguen siendo ciudades. El hombre es un ser social por naturaleza y necesita estar con otras personas. Por eso no van a cambiar en su estructura sensiblemente, aunque sí vamos a cambiar el uso, las vamos a mejorar, las vamos a hacer más humanas. Y sobre todo va a salir fortalecido que puedas vivir y trabajar en distintas ciudades. Vivir, a lo mejor, en una ciudad media donde tengas acceso a una ciudad mayor. Esto puede ser una alternativa al modo de vida tradicional.


Amenaza de confinamientos, pandemias que se propagan a toda velocidad, ¿cree que habrá una reflexión sobre el tipo de vida urbanita versus rural?


Sí, es una aceleración de tendencias que se venían produciendo. Cuando se produce la industrialización la gente se concentra en las ciudades y cuando se llega a un cierto nivel de desarrollo vuelve al mundo rural. Mira en Francia, que tiene un mundo rural muy sofisticado. El mundo rural tiene muchísimos alicientes, sobre todo si tiene buena conectividad digital y de infraestructuras. La clave nuevamente es pensar en el sistema de ciudades, que podamos tener una serie de ciudades medias que den servicios al mundo rural, y España tiene un magnífico sistema de ciudades.


Madrid ha sido la más golpeada por la epidemia, ¿cómo saldrá de esta?

Madrid tiene cosas impresionantes como ciudad, pero no se han podido envolver en un concepto que se presente al mundo. Yo creo que Madrid podría ser la siguiente en la lista de ciudades innovadoras. Hemos tenido estas décadas en que ha prevalecido Barcelona, luego Bilbao, ahora Málaga, quizás La Coruña, pero de cara al futuro Madrid podría ser un referente para América Latina y otras ciudades en el mundo.


Llevamos años apostando por el transporte público para conseguir ciudades sostenibles, ¿está ahora en riesgo?

Las ciudades están para quedarse y la pandemia espero que esté aquí para irse pronto. Ahora hay que tomar muchas precauciones en el transporte público, pero globalmente aporta muchas ventajas a las ciudades. Cuando ha tenido problemas es cuando no se han tomado precauciones.


¿Hacia dónde deben mirar las ciudades?


La gran batalla de las ciudades en el futuro no va a ser atraer inversión o organizar eventos internacionales, va a ser la batalla por el talento: cómo consigo formar, retener y atraer talento. Esas van a florecer porque las empresas van a querer estar ahí.


Como sociólogo y urbanista, ¿qué oportunidades ofrece esta crisis para mejorar nuestro modo de vida?


Durante muchos años se hablaba de que las ciudades tenían que ser competitivas, pelear y atraer inversión; en otros momentos tenían que ser sostenibles y aparecía la agenda 21; luego tenían que ser resilientes. Ahora lo que está viniendo como gran reto es la solidaridad, la lucha contra la pobreza, los desequilibiros dentro de las grandes ciudades. Si tienes una ciudad desequilibrada, no puede ser competitiva porque vas a tener inseguridad. No hemos vivido en el mundo momentos tan claros de necesidad de esa solidaridad como estamos viviendo ahora. El equilibrio social es el nuevo reto de las ciudades y lo podemos conseguir conectando las ciudades, con la movilidad, o creando espacios públicos en lugares no tan favorecidos.


¿Cómo le gustaría que fuera el urbanismo de la era poscovid?


Me gustaría que estuviera más dotado de creatividad e innovación y de menos rigidez administrativa. Redactar un plan general en España puede llevar 15 años. ¿Por qué no tener un proyecto de ciudad, una visión flexible y compartida de ciudad? Intentar que las leyes sean más flexibles, que no haya tanta burocracia social, confiar más en las personas y procurar hacer un urbanismo muy creativo. Y que las divisiones administrativas del territorio se diluyan para entender el diseño en función de la ecología y la funcionalidad del territorio.

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