Participación y Educación

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Por: Pablo M. Espinosa L.


Los miembros de la comunidad educativa tienen el deber de integrarse activamente a las actividades que desarrolla la escuela como forma de contribuir al logro de los objetivos educativos. Esto implica tener conocimiento de las actividades que desarrolla la escuela a los fines de poder ser entes activos en el proceso de acompañamiento que reclaman los tiempos modernos para mejorar la calidad de la gestión educativa. La escuela sin el apoyo de la comunidad y las instituciones formadas para fortalecer las actividades que realiza, no puede cumplir con las funciones demandadas por la sociedad, como institución reproductora de los saberes culturales.



En la ley general de educación 66,97 se han trazado las pautas y establecido los mecanismo de participación de la comunidad educativa, asumiendo que la misma, es una forma de dar vida e integrar a la comunidad. Es obvio que a través de la participación se promueve la democracia y el desarrollo social, para mejorar significativamente la relación escuela comunidad desde una perspectiva crítica y transformadora.



Para hacer más operativa y viable la participación de los actores de la comunidad educativa, en la ley de educación, se ha contemplado que cada centro tenga organismos de participación con carácter consultivo tales como: asamblea de profesores, asamblea de padres, asamblea de alumnos, asamblea general de centros educativos. Desde estos espacios de participación democrática se procura la incorporación de la comunidad educativa a la toma de decisiones de forma responsable, con la finalidad de que impacten positivamente todo el cuerpo social de la institución educativa.



La participación debe ser impulsada por las instancias de dirección, a través de la formación, consultas vinculantes y acciones del profesorado en la toma de decisiones. Cuando se produce la participación activa de los órganos que componen la gestión se reduce significativamente el protagonismo de las instancias directivas, se produce con mayor facilidad la delegación, se fomenta el trabajo en equipo de manera que se llega a la autogestión. Esto permite que se puedan lograr con mayor facilidad a corto mediano y largo plazo los objetivos de la organización.



Como una forma de promover y garantizar la participación de la comunidad educativa, en lo referente a los artículos 181 y 192, de la ley 66,97 se estableció la ordenanza 2009, que instituye la sociedad de padres y amigos de la escuela como institución responsable de la participación de los padres y la comunidad con autonomía en el ámbito escolar. Se estableció el reglamente del estatuto del docente, el reglamento del tribunal de la carrera docente y las juntas de centros. Los órganos de participación que apoyan la gestión de los centros educativos representan pilares fundamentales para la concreción de los objetivos establecidos en el proyecto educativo de centro y curricular.



Si bien es cierto que existe un marco legal que traza las pautas y ha generado al mismo tiempo estructura consultiva para la participación de la comunidad, en nuestro contexto no hay una cultura de respeto y seguimiento a las normas establecidas. Los centro educativos tienen sus estructuras creadas pero, funcionan con limitaciones, falta empoderamiento colectivo, mayor compromiso con la transformación de la escuela y que los gestores sean más activos y generadores de una cultura de participación democrática inspirada en el buen hacer para mejorar continuamente en una estrecha vinculación con la comunidad.



Consciente de la importancia que tiene la participación, para provocar cambios sociales y educativo, desde muy temprano como estudiante formé parte de los consejos de cursos en los cuatro años del bachillerato, presidente del consejo estudiantil en cuarto teórico. Como docente formé parte del comité de base de la asociación de profesores de mi escuela y participe activamente en el comité de la asamblea de profesores. Esta experiencia marco mi vocación democrática y participativa, siempre al servicio de aquellos que reclaman mejores condiciones sociales, para vivir con dignidad, impulsando la humanización desde el ejercicio de la docencia, como herramienta humanizadora, generadora de cultura de participación democrática, critica y reflexiva que impacta en la formación de la conciencia crítica de nuevos actores sociales con mentalidad de cambio que cuestionen la sociedad y la conviertan en un espacio de convivencia armónica para el ejercicio de responsabilidad ciudadana.




El autor es profesor.




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