En este año según las estadísticas casi un millón de niñas se han embarazado en edad temprana, esto constituye una preocupación y un problema para la familia y el Estado. Todo parece indicar que hay un problema estructural en la familia, donde los padres no tienen control ocasionado un desbalance que está afectando su buen funcionamiento de la familia y la sociedad en general. Según la sociedad de obstetricia y ginecología, entre 25% y 30% partos que se realizan en los principales hospitales del país corresponden a madres adolescentes.
Estos cambios en el sistema familiar refuerzan el surgimiento de males sociales presentes y futuro para la nación y se agrega, el número de mujeres de nacionalidad haitiana, con un trato privilegiado, por los problemas internacionales que ocasiona, que son atendidas en los centros sanitarios, creando gran problema de costo al Estado dominicano.
Según las autoridades del Ministerio de Salud Pública, el Estado está planificado y cuenta con los recursos para el control de la natalidad en adolescente pero parece que la estrategia utilizada no ha funcionado y lo que ocurre es que en esas mismas jóvenes vuelven con otro embarazo. Esta institución debe tomar otras medidas, porque ese problema afecta a todo el país las personas envueltas deben comprender que no deben ser parte de un problema en la República Dominicana, sino parte de soluciones.
Para las autoridades y las personas reflexivas que estudian la sociedad del país, este es un problema muy grave porque agudiza la pobreza, en razón de que estas muchachas no se integran a la vida productiva ni estudian, constituyendo escuadrones de pobreza y delincuencia, por vivir en la más cruel miseria, sin acceso a una educación de calidad, para formar bien los hijos.
Sin mencionar los problemas de salud y el riesgo que corren las adolescentes, pues están expuesta a la muerte por hemorragia y presión arterial alta, hace falta más educación sexual y consejería en las escuelas, los hospitales y el ministerio público. Hay que tomar medidas drásticas y modificar la ley como propone la UNICEF, de forma espontánea sin el apoyo de un reglamento las personas no se someten a nada.
En este país es necesario la construcción de leyes mucho más drástica que regule la vida de la gente, una muchacha debe estar consciente que antes de dieciocho años no puede asumir el compromiso de criar y parir un niño. Debe entender que su compromiso principal es su preparación y su posterior integración a la vida productiva. Su mirada ha de ser a construir sociedad con calidad de vida, no a ser parte de una sociedad llena de carencias, que solo llevan a la delincuencia y la muerte.
La autora es docente de UASD, San Juan.
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