Sátira a un amigo.

En esta epístola con el alma llena de singular bravura, porqué abandona su gorila y permanece en la oscuridad fatal de la inocencia, en brazos de los que le llevarían a la tumba fría, donde el silencio se multiplica y el púlpito queda lleno de impotencia. De la tierra brota sangre contener el dolor que llena el corazón y enlutase las almas, cuando en los portales terrenales tu imagen presenta los corotos, alegre, jovial, sagaz, sincera, responsable, cuán grande es fundirse entre sufrimiento e incompetencia.

Su voz dulce subliminal se escucha en todo los rincones de la patria y la patria llora y llorará por siempre. Qué truncadas quedan las esperanzas, de aquellos que gimen, sufren, lloran y se espantan, el mundo de miedo que tulle la inocencia, trasquilada y triste, que sombrío el panorama, quien iba a pensar su fugaz estancia, en encuentros terrenales.

Abrazar al mundo en la antesala, el gozo de alcanzar al poder a cuál pitanza, el desengaño en el cercano, ¿a quién juzgo?, a las horrenda trampas de la vida. Aprisionar riquezas a inconstancia. Cuán fugaz estrella de la existencia, ambición aprisiona la esperanza y la razón se detiene. De ningún talante explica, de actuar con singular descaro.

Su rostro y cabeza cuan revolucionario, ahora que pena y desvergüenza, a donde va la obscenidad a contenerse, es un globo putrefacto que nos sofoca, gira alrededor del terruño, fértiles tierras, bellas playas y hombre víctima, el tiempo de los mártires se espanta ¿y la esperanza?