El PLD, entre luces y sombras

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Por Rubén Moreta


El gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acaba de conmemorar su cuadragésimo cuarto aniversario. La organización, fundada por Juan Bosch el 15 de diciembre de 1973, es sin dudas, el partido más exitoso en la historia política contemporánea, porque por la vía democrática ha permanecido más tiempo en el poder.


El partido morado se estrenó en el mando público el 16 de agosto de 1996. Al Inaugurarse el nuevo siglo (año 2000), fue desalojado por Hipólito Mejía, pero a partir del 2004 ha ganado arrolladoramente seis elecciones consecutivas, afianzándose en el control de los poderes ejecutivo, congresual y municipal.


Con escasos escollos y pocos tormentos, el PLD trilla su quinto período presidencial conducido por el sanjuanero Danilo Medina Sánchez. La división y atomización de las fuerzas opositoras, han facilitado el desempeño gubernamental del mandante sureño.


Los morados han logrado una inigualable conexión con las masas, a través de un modelo gubernativo clientelar, que ha inflado la nómina pública y reparte subsidios sociales a 1,151,817 personas, a través de tarjetas en todo el país. De esta forma, el PLD instrumentaliza en votos a su favor esta población carenciada, que recibe migajas.


Los aspectos más refulgentes de la gestión peledeista son el sostenido crecimiento macroeconómico, la inflación moderada y el control del mercado de divisas. Su mayor logro ha sido la materialización de un gigantesco plan de construcciones de infraestructuras públicas, que ha sacado de la conmiseración aldeana a la República Dominicana. Igualmente, se destaca en las administraciones del PLD el pleno disfrute de las libertades públicas, la proyección 

internacional del país y su inserción en los esquemas geopolíticos regionales y mundiales.


Como sombras de la administración púrpura, sobresalen la corrupción e impunidad, la inseguridad ciudadana, la pobreza, el desempleo y la violencia social. En el caso de la corrupción, el escándalo alrededor de la firma constructora Odebrech sacudió el gobierno de Danilo Medina, generando este año un malestar social generalizado.


Fue la misma compañía brasileña la que admitió haber pagado 92 millones de dólares para lograr la adjudicación de contratos para la construcción de importantes proyectos de infraestructura.


En donde el PLD reprueba con peores calificaciones es en su desideologización. Resulta inexcusable que esta organización política, que se pregonaba como de corte progresista, porque doctrinariamente asumía el paradigma marxista, haya patrocinado un gobierno de corte neoliberal. Los morados vendieron –casi regalaron- empresas y servicios públicos y han quebrado el sector agropecuario, al promover masivas importaciones de rubros del campo.

El PLD le adjudicó al sector privado un patrimonio público de 26 empresas, heredadas de la dictadura trujillista. Además, le concedió a aventureros diez ingenios azucareros, que nunca han puesto a producir, salvo el de Barahona, sumiendo en la miseria a cientos de miles de dominicanos que vivían de la industria de producción de azúcares.


Asimismo, el PLD obsequió al sector privado la administración de los aeropuertos, y le regaló la generación eléctrica, bajo la promesa de que se acabarían los fastidiosos cortes, lo cual ha devenido en un mayúsculo fraude en perjuicio del país, porque tenemos los mismos apagones de hacen veinte años.


Por su conversión neoliberal, el PLD reprueba con calificaciones desconcertantes en materia de salud pública, porque entregó la seguridad social a la oligarquía financiera, quienes se sirven ganancias con cuchara grande. Hoy tenemos un sistema sanitario caro y altamente deficiente, donde casi la mitad de la población está fuera del mismo.


En sentido general, el PLD patina en materia de solución de los servicios públicos, como agua potable, porque hoy, concluyendo las dos primeras décadas del siglo XXI, el 52% de la población dominicana no recibe líquido salutífero a través de ductos en las casas. Asimismo, los apagones eléctricos son una constante, con cortes cada día de tres a ocho horas.


En materia educativa, la sociedad logró arrebatarles a los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana la asignación del 4% del Producto Interno Bruto en materia educativa. Dichos fondos solo han servido para fomentar la construcción de infraestructura, porque cada vez son más pronunciadas las debilidades en materia de calidad de la educación.


Hoy, frente a la división y flojedad de los partidos rivales, el principal contratiempo del gobierno de Danilo Medina, proviene de organizaciones no gubernamentales (ONG), que con un discurso crítico de las falencias, producen agitación, movilización social y ganan gran espacio en los medios de comunicación. En ese sentido, en 2017 el país fue escenario de una activa movilización cívica bajo el nombre de Marcha Verde, que demanda poner fin a la corrupción y a la impunidad.


Los partidos de oposición no logran hacer diana al régimen violeta, que cada día se afianza y aumenta su control y poder, con un presidente decidido a continuar al frente del mando público por un nuevo período, y para perpetuarse, pretende imponer un método de elección interno en la legislación electoral en discusión, que solo el mandante defiende (las primarias internas).


Por la pretensión continuista, el PLD es sacudido por una gran confrontación interna, a partir de su bicefalia. Las dos cabezas del púrpura -Danilo Medina y Leonel Fernández- no se ponen de acuerdo en torno a quien debe ser el candidato presidencial de cara a las elecciones del 2,020. Danilo quiere seguir, a pesar de estar imposibilitado constitucionalmente y Leonel –habilitado por la carta magna- quiere retornar a la casona de la calle Doctor Delgado.

El autor es Profesor UASD.

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