Calvez ante la escases de plays, los muchachos de esta empobrecida comunidad y zonas aledañas debieron convertir sus calles polvorientas en campos para la práctica del béisbol.
Entre esos niños y adolescentes se incluye a Vladimir Guerrero y sus hermanos, quienes utilizan medias para fabricar sus pelotas y los bates eran hechos principalmente, con pencas de palma de coco.
Jugar a la “plaquita”, utilizando los mismos escenarios que para el béisbol, era otro de “los entretenimientos” de Vladimir y sus hermanos, que, a decir de algunos, de éste último juego, “La Tormenta de Don Gregorio” habría desarrollado sus habilidades para batear cualquier tipo de lanzamientos, incluido de piconazos”, como lo puso de manifiesto durante su estadía de 16 exitosas temporadas en las Grandes Ligas. “En aquella época, tal vez sin darse cuenta, esos muchachos estaban desarrollando el talento que Dios le había dado y del cual vivirían y mantendrían a sus familias”, dice Julián Paulino (Cuto), pariente y uno de los primeros entrenadores de Vladimir.
El tiempo ha transcurrido, Vladimir exhibió un talento ilimitado, un jardinero que debutó en Grandes Ligas el 19 de septiembre del 1996 y que está a solo días de ser elegido para su exaltación al Pabellón de la Fama del Béisbol de Estados Unidos.
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