Vi una frase chistosa en una red social. ¿Qué prefiere una mujer perder? el novio o el celular. La idea era cuantificar los amores cibernéticos, cuantos amores en el ciberespacio le adjudican a una sola persona. Ahora amor en pandemia intenso y real modalidad virtual. Esta pandemia ha traído un cambio, se espera hasta del orden mundial, pero, lo que si es una realidad es, que ha entrado una nueva cultura. Todas las actividades humanas han encontrado un espacio en una plataforma virtual.
Estamos en medio de una cadena de redes atrapados, distanciados, pero, muy cerca por la tecnología. El coronavirus nos ha impuesto nuevas formas de vida, lo que más impacto ha tenido son las videos conferencias, han permeado todas las instituciones y vino para formar una nueva cultura y permanecer.
La virtualidad llega por necesidad en un momento inesperado. Vino como una solución en tiempo en que una enfermedad expansiva azota todo el mundo. Gracias a la existencia del internet este momento ha sido menos traumático y ha arrojado menos pérdidas. Los idearios del internet habían motivado su mayor uso, pero, algunas instituciones no lo ha explotado a toda capacidad.
El coronavirus ha obligado a los sistemas institucionales a comprar software y programas que les permitan desarrollar sus actividades, abrir bibliotecas, canale de you tube, blog, portafolios entre otros productos de igual importancia.
También se han desarrollados amplios programas de capacitación al personal de las empresas y especialmente a los docentes universitarios y alumnos, las cuales se han hecho, totalmente virtual. La educación a distancia ha dado gran empuje después del coronavirus. Nuestro país en septiembre iniciará docencia en todas las universidades de forma virtual y en noviembre se apertura el año escolar en la misma modalidad.
Aceptar los parámetros de la virtualidad es admitir la existencia de un virus que amenaza la vida en masa. Conviviendo con la vulnerabilidad y el miedo a ser atacado y destruido por una enfermedad catastástrofica. No es posible la relación, en las instituciones educativas, el trabajo y las actividades de corte social presencial como antes, pero, si virtual.
Esta fatal enfermedad nos ha impuesto el recostarnos en lo virtual, nuestro cerebro lo proyecta como algo concreto, porque, se presenta sincrónico y asincrónico, manteniendo una comunicación constante y permanente.
La pandemia nos ha confinado llevándose la libertad que es lo más preciado, afectando nuestra vida humana. El ciberespacio crea adicción, si nos llevamos pasamos todo el día en actividades que no aportan nada a nuestras vidas. Anita una colega universitaria ha sugeridos lecturas interesantes que nos ayuden a comprender en mundo y la sociedad, para evitar lo alienante de las redes sociales.
Cuando abrimos una red social vemos personas conocidas del entorno comunitario, provincial, nacional e internacional que han sido víctima de los constantes contagios del coronavirus trayendo más depresiones y desesperanzas. No es posible un refugio cristalino con tantas noticias que afectan la existencia del ser humano.
Leer un buen libro no será una mala idea. El que lee escribe, entonces publicar ensayos y artículos para provocar que las redes sociales lleven materiales formativos y menos malas noticias.
Hace unos días vi una señora de 80 años bailando en su vivienda. Le hice unos reproches a una hija suya que se llevó la memoria de la música de Doña Sofía, ella estaba loca por su música. Comentando con una hija suya concluimos, las personas mayores viven mejor que los jóvenes, entienden más el mundo. Mientras nosotros estamos preocupados por todos los cambios que nos ha impuesto el COVID-19, por la virtualidad ,los mayores siguen su vida normal.
En casa de mi madre y otras personas mayores que visito, siempre tienen su música en casa. Los más jóvenes viviendo en el ciberespacio. ¿quién es más feliz? La pandemia nos tiene atrapados a nosotros en la virtualidad, es decir, a los más jóvenes.
Finalmente la virtualidad tiene sus ventajas y desventajas, lo que tenemos es que existir sin que nuestras vidas sean zombi o androides, somos humanos y debemos vivir en consonancia con la naturaleza, ahora es un momento de vivir y confiar en Dios.
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