​Reforma y calidad del gasto público

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Onofre Salvador


Se ha querido vender lo que apunta a ser un garrotazo fiscal, como una acción responsable y extremadamente valiente del presidente de la República. Y es que verlo de manera simple, o con memoria corta, podría llevar confusión a algunos de los menos informados.


El despliegue de publicidad en el sentido de la conveniencia de una reforma fiscal, a la que se le ha colocado el complemento de moderna, ha sido descomunal. El trabajo a nivel gubernamental, igual, intentando colocar entre ceja y ceja a cada nacido en esta tierra, la urgencia y necesidad de recaudar 122 mil millones de pesos, medida que pondría la economía a otro nivel, segun los que la impulsan.


Muchos, en los que me inscribo, creemos en lo de una reforma fiscal, sin embargo, cuando se analiza el contexto de la misma, las conclusiones no son nada alagüeñas. En ese orden, cabe mencionar que se envió al congreso una propuesta desconsiderada, casi con tinte criminal, de manera más puntual hacia la clase media y baja. Hay que decir también que llegó casi por la puerta de atrás, sin un mínimo de consenso, tal como todo lo que está haciendo el actual gobierno, solo contando con su mayoría abrumadora e irracional.


Desde que ese adefesio fiscal fue entregado al congreso, arrancaron de manera impactante los cacerolazos, las voces autorizadas de políticos y personalidades representativas de diferentes sectores, con tanto vigor que, a pesar del propio mandatario decir que decidió retirarlo del congreso, haciendo la salvedad que escucha, es inocultable que fue por la amplia presión.


Otra arista del problema de modificar de manera tan amplia la base impositiva, lo constituye el talón de Aquiles de la presente gestión de gobierno, y es la falta de calidad en el gasto público. No es necesario ser un experto en materia económica para saber que no hay un equilibrio mínimamente justo entre la barbaridad de préstamos tomados de manera recurrente y el llamado gasto de capital o inversión. Visto así, más que una acción valiente, vendría a ser un acto plagado de cobardía lo de imponerle tal reforma a la población.


Se ha querido mostrar que en otras administraciones se fue irresponsable supuestamente por no querer afrontar el costo político, pero no dicen o admiten que no se han manejado bien en términos de gasto, llevándose el viento aquellas palabras del mandatario de que en su gestión rendía el dinero.


A partir de ahora, será necesario estar pendiente a este y otros temas, de hecho ya pasaron su parchito mal pegado de reforma constitucional, y por ahí está caminando una propuesta de reforma al código laboral, que podría llevarse derechos adquiridos de los trabajadores.


Los hechos son contundentes, demuestran que el gobierno no cree ni le importa consenso, su apuesta ha sido y continuará siendo su mayoría, misma que de manera equivocada la cree por encima de la voluntad de un pueblo que está entendiendo el asunto y está dispuesto a no permitir más humillación.

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