​La CoopCENTRAL rinde homenaje póstumo a Digna Concepcion Rodríguez Castillo, en discurso de cuerpo presente en sus instalaciones.

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Buenas tardes, compañeroamigos cooperativistas, familiares y amigos presentes:


Hoy nos congregamos bajo la sombra de la tristeza, pero también bajo la luz de la gratitud y la memoria. Nos convoca un motivo doloroso: despedir a nuestra querida compañera Digna Rodríguez, quien ha partido de este mundo dejando un vacío inmenso en nuestros corazones. Sin embargo, más allá de la ausencia y del dolor, nos queda el consuelo de saber que su vida no fue en vano, sino una siembra constante de valores, de trabajo y de amistad. Un legado que permanecerá para siempre en nuestra memoria y en la historia misma de la Cooperativa CENTRAL.


En nuestra institución, Digna fue mucho más que un nombre en la lista de socios. Fue un espíritu guía, una mano siempre dispuesta, una voz firme y clara que llamaba a la unidad y la solidaridad.


Ocupó todos los cargos en los órganos centrales, llegando a ser presidenta del Consejo de Administración, desempeñándose luego como asesora permanente y culminando una trayectoria brillante al presidir la federación de cooperativas FENCOOP. Pero lo verdaderamente grande de Digna no fue la suma de títulos ni responsabilidades, sino la manera en la que las vivió: con humildad, con entrega sincera y con una pasión inquebrantable por servir.


Cada espacio en el que se desenvolvió fue transformado por su presencia. En las reuniones, aportaba claridad y visión; en los momentos difíciles, traía calma y fortaleza; en las celebraciones, compartía entusiasmo y alegría. Su liderazgo no se ejercía desde la distancia, sino desde la cercanía, desde el ejemplo, desde la convicción profunda de que el cooperativismo es un camino para dignificar la vida de las personas y fortalecer a las comunidades.


La vida de Digna Rodríguez fue un reflejo tangible de los principios que forman la esencia del movimiento cooperativo. En cada acción encarnó la solidaridad, entendida no como una palabra bonita, sino como la práctica de tender la mano a quien lo necesita. En cada decisión mostró responsabilidad, asumiendo compromisos con seriedad y cumpliendo cada tarea con dedicación. Y en cada paso demostró su compromiso con la comunidad, recordándonos que nuestra labor trasciende lo individual y se proyecta hacia el bienestar colectivo.


Ella creía profundamente en la cooperación como un camino de desarrollo no solo económico, sino humano. Creía en la fuerza de la unión, en la riqueza de compartir, en la grandeza de construir juntos. Y bajo esa fe, trabajó incansablemente, sin medir horas ni esfuerzos, sin esperar aplausos ni reconocimientos, porque sabía que la mayor recompensa era el progreso de su gente y la fortaleza de su institución.


Queridos amigos y compañeros, al pensar en Digna, comprendemos que ser parte de una cooperativa no significa simplemente pertenecer a una organización. Significa integrarse a una familia, una comunidad de destino compartido donde cada uno aporta lo mejor de sí para el bien común. Ese espíritu de hermandad es el que hoy recordamos en ella, y es el que debemos mantener vivo como la llama que ilumine nuestro camino.


Hoy nos despedimos con lágrimas, porque duele perder a alguien tan querido. Pero al mismo tiempo, nuestras lágrimas se mezclan con un sentimiento profundo de gratitud. Gratitud por su vida, por su esfuerzo, por su amistad sincera, por su incansable labor en favor de la comunidad cooperativa. Cada proyecto en el que participó, cada reunión que presidió, cada gesto de apoyo que brindó, seguirá resonando en nuestra memoria colectiva. Su ausencia será sentida, pero su esencia permanecerá viva en cada logro que alcancemos, en cada meta cumplida, en cada sueño compartido.


Digna Rodríguez no se limitó a estar presente en la cooperativa; ella se convirtió en parte inseparable de su identidad. Su nombre quedará grabado en la historia de esta institución, no como un recuerdo estático, sino como una inspiración constante. Nos enseñó que el verdadero liderazgo no se impone, se conquista con ejemplo; que el servicio no se mide en discursos, sino en hechos; y que la grandeza no radica en ocupar cargos, sino en el impacto positivo que dejamos en la vida de los demás.


Hoy le decimos adiós en lo físico, pero no en lo espiritual. Porque quienes han sembrado tanto, quienes han dado tanto, quienes han amado tanto, nunca se van del todo. Permanecen en la memoria de su gente, en la fuerza de las instituciones que ayudaron a construir, en los corazones que tocaron con su bondad.


Querida Digna C. Rodríguez:


Tu partida nos duele, pero tu vida nos enorgullece. Nos dejas la tarea de continuar tu obra con la misma pasión y con la misma fe en el poder de la cooperación. Nos inspiras a no rendirnos, a mantenernos unidos, a recordar que cada paso que demos por el bien común será también un homenaje a ti.


Hoy no te decimos adiós, sino hasta siempre. Porque quienes viven en la memoria de su pueblo y en el espíritu de sus instituciones nunca mueren. Tu nombre, tu ejemplo y tu legado seguirán siendo faro y guía para todos nosotros.


Descansa en paz, querida compañera, amiga y guía. Tu vida ha sido semilla, y esa semilla seguirá dando frutos eternos.


Maria Argentina Cordero Beltré

           Presidente


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