​Inteligencia en medio de la indigencia

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Gran parte del siglo XIX y todo el XX fue dedicada las discusiones polémicas sobre un concepto que someramente parece convencional; la inteligencia, sin embargo aun en medio de una sociedad postmoderna no ha sido posible avanzar sobre éste más allá de las concepciones de Howard Gardner con sus Inteligencias Múltiples en la primera mitad de la década de los ochenta y la incorporación de la Inteligencia Emocional a mediados de los noventa por Daniel Goleman. En todo caso, la psicología y la pedagogía siguen aisladas en ese sentido, y como todas las ciencias, apegadas al ambiguo planteamiento de que un individuo inteligente es aquel que posee gran capacidad de aprender, de dominar aspectos teóricos y prácticos en determinadas áreas, o por defecto, limitar el término a los cuatro pilares de la educación; aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a convivir.



Lo cierto es, que los escenarios psicopedagógicos y las investigaciones realizadas durante más de un siglo no han podido elaborar una definición acabada de inteligencia, si se toma como punto de partida el aporte hecho por Binet en 1905-1906 con sus pruebas para medir el coeficiente intelectual. Siendo así, Rousseau y su Naturalismo Pedagógico lo habían dicho todo en su obra “El Emilio”. La realidad es que cualquier conclusión sobre el concepto llevaría nuevamente al ámbito académico. Pues es muy lógico que se vincule con competencia, habilidad, destreza y muchos otros sustantivos reemplazarían el término, pero puede ser complicado emplear un elemento semántico como la sinonimia sí se hace referencia a individuos que carecen de las condiciones básicas, educandos para quienes el trajín de la brecha digital y lo maravilloso del mundo contemporáneo están a muchos años luz.



La República Dominicana es un país tercermundista, sin embargo existen niños genios, incluso en los lugares más recónditos, pues no es inusual encontrar infantes que construyen juguetes con pedazos de madera, con plástico reciclado y hasta con javilla, pero lo curioso es, que son precisamente los más indigentes, los que viven en condiciones deplorables los inventores de artefactos para su entretenimiento y para desarrollar sus habilidades en diversas vertientes; entonces, ¿No son inteligentes nuestros estudiantes?, ¿Será que la indigencia es la mayor motivación con que cuentan para aprender cosas?, estas como otras interrogantes nos dicen que existe una notable disparidad entre lo que somos y podemos ser con relación a lo que nos brindan las estructuras sociales y el sistema educativo. No es posible medir nuestra realidad con la de Singapur, Finlandia, Corea del Sur u otro país, cada una es distinta aunque hubiésemos contado con las mismas posibilidades en términos socioeconómicos, de manera que no hay modelo pedagógico para adaptarlo a las necesidades nuestras, hay que partir de ellas para que se logre un aprendizaje significativo. El Currículo Dominicano es un buen punto de referencia teórica; no obstante, existe un antagonismo abismal entre lo que se dice y lo que se hace.



La Ordenanza 01-2014, que establece la Jornada Escolar Extendida trajo noticias esperanzadoras a la población dominicana, pero los resultados no se corresponden con los pronósticos que circulaban en los medios. Aunque es importante señalar que hay en aspectos donde el impacto ha sido notorio, ya que el programa ha resuelto el problema de la alimentación a miles de niños procedentes de hogares con extrema pobreza, además del tiempo para las labores de los padres generado por este proyecto formativo. Hay que reconocer que en cuanto a esto ha cumplido su cometido; sin embargo, nos hemos quedados cortos en el fin último de la educación, no solo porque el país aparece en los últimos lugares en comprensión lectora, matemáticas y ciencias en los resultados de las pruebas PISA de los últimos años, sino por la poca capacidad exhibida para desarrollar la vocación de artesano, pintor, escritor, actor, bailarín, cantante, músico u otro oficio que tienen esos discentes que desde siempre han hecho cosas magníficas a partir de los recursos del medio. Definitivamente no hemos entendido que los niños de los países desarrollados tienen en sus manos cosas distintas a los nuestros, culturas que no pueden ser emuladas y realidades divergentes en todos los sentidos.



La patria de Duarte tiene eruditos, mentes brillantes y grandes hombres y mujeres que viven en condiciones paupérrimas, pero pueden cambiar solo sí comprendemos lo que alguna vez dijo la gran representante de la Escuela Nueva María Montessori; “La educación es agitar la vida, pero dejándola libre para que se desarrolle”.


Por: Francisco González Corporán

3 Comentarios

1

Grandes verdades. Excelentes palabras.

escrito por Keiron 03/feb/19    22:51
2

Elegante su información y correcto, felicidades, buen mensaje para la sociedad educativa.

escrito por Arberto Perez 02/feb/19    13:21
3

Muy bien, hay que prestarle atención a esos escritos y tomarlo para disminuir lo que se está haciendo mal. Comparto todo el escrito y pongo atención a la que dice "no es posible medir nuestra realidad con la de Singapur, Finlandia, Corea del Sur u otro país"

escrito por Rafelin 31/ene/19    17:30

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