Mafalda, la niña rebelde que quiso cambiar el mundo con humor e ironía

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Quino y mafalda



DIARIO EL MATERO, Buenos Aires.– Lo bueno que tienen los dibujos es que por mucho que pasen los años no envejecen, y por eso Mafalda puede y podrá siempre seguir siendo esa niña rebelde que quiso cambiar el mundo con grandes dosis de ironía, pese a que nació en 1964 y este jueves se quedó huérfana tras la muerte de Quino, su creador.


Muchos adjetivos se ajustan a la personalidad de Mafalda- rebelde, inconformista y curiosa, aunque entre estas cualidades destaca su simpleza y dominio de la palabra, debajo de la cual siempre hay un mensaje subyacente, con alta carga moral, que impregnó a varias generaciones con su deseo de construir una realidad mejor, y es que como ella decía- “paren el mundo que me quiero bajar».


Su primera aparición fue en la revista Primera Plana en 1964, aunque su creador, Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, la pensó inicialmente para una campaña de electrodomésticos que nunca se lanzó.


Su éxito fue inmediato y sus aventuras y reflexiones pasaron por las páginas de diarios como El Mundo, hasta su última publicación en el semanario Siete días ilustrados, en 1973.


NUEVE AÑOS QUE LA HICIERON ETERNA


Los nueve años en los que se publicaron sus historias le valieron para convertirse en un símbolo eterno, intergeneracional, y sus libros fueron traducidos a 26 idiomas y sólo en Argentina se vendieron más de 20 millones de ejemplares. Su mensaje se tradujo incluso al guaraní, uno de los últimos idiomas que Mafalda aprendió y que presentó en 2017 en la feria del libro de Asunción.


Un año antes, en Cuba, fue editada por primera vez en braile.


La historia de Mafalda, quien siempre tendrá 6 años, no se puede contar sin sus inseparables compañeros de fatigas, aunque en un principio su debut fue en solitario, no tardaron en aparecer Susanita, Manolito, Felipe, Miguelito y Libertad, cada uno con personalidades muy diferentes y con los que la protagonista siempre dialogó en pro de defender sus creencias.


Mafalda ama a los Beatles, la democracia, los derechos de los niños, la lectura, la paz y los panqueques. Odia a James Bond, las armas, la guerra y tomar sopa. Sueña con arreglar el mundo, un mundo que mientras Quino la dibujaba vivía tiempos convulsos, con la Guerra de Vietnam (1955-1975) como telón de fondo, ante lo que siempre expresó un mensaje en favor de los derechos humanos y antibelicista.


También reflejó el progresismo de su época con comentarios feministas que muestran su apoyo a las conquistas sociales de la mujer y contra los roles establecidos, como cuando preguntó a una atareada madre- “mama, ¿si vivieras que te gustaría ser?».



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