​Aprender a vivir en la nueva normalidad.

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Lucila



Al ser el virus corona una enfermedad de contacto social, es lógico pensar que los lugares más golpeados por la misma, son las grandes ciudades. Mientras más aglomeración de personas más contagios. Los lugares despoblados pueden hasta pensar no tomar en cuenta los protocolos, zonas rurales donde las viviendas están distantes. Sin embargo estos lugares no están exentos se han presentado brotes aun con el distanciamiento natural.


Todos esperamos que la COVID-19 se vaya, sin dejar estragos en la economía, de una manera u otra los comercios han brindado sus servicios, si dejan de hacerlo, la pandemia no nos mata, lo harán otras cosas, por ejemplo el hambre y otras enfermedades. Los centros de diversión han disminuido sus servicios y sus ganancias, pero no han quebrado.


Es probable que una mayoría de establecimientos comerciales, hayan dejado de ganar, pero, sin llegar al colapso. Las ventas por internet de servicios y de productos intelectuales, pueden haber aumentó o disminuido, también los consumos son menores.


La esperanza de la humanidad, es volver a la normalidad, aprovechar los beneficios de la interacción social y salir de las viviendas a producir riqueza en comunidad. En cambio hay una realidad, los momentos difíciles traen cambios y para construir ese cambio debemos estar dispuestos, a partir de la pandemia, nada será igual.


Hay que idealizar el cambio que hemos experimentado, aportar a la construcción de un medio ambiente saludable, respeto a la naturaleza y todo lo que hay en ella. El teletrabajo descongestiona las avenidas, pero, la circulación continua en busca de resolver problemas cotidianos, que requieran desplazamientos a distintos lugares. Pero es mucho menor.


La pandemia ha impulsado a las ciudades en todo el mundo a aceptar ideas que rechazaban en algún momento. Calles despejadas y disfrutar del aire, se genera una comunidad más adecuada. Además de un cambio en la forma de circular, caminar a pies, en bicicleta, lo fundamental es la planificación sobre normas organizativas de los municipios adaptados a contrarrestar desafíos más grandes que pueden venir.


En ciudades gigantes pudieron contrarrestar el virus, mucho mejor que en algunas ciudades despobladas, no fue el factor de políticas protocolares fue su forma organizativa que contribuyó a erradicar el virus más fácilmente. En Japón y otras urbes no se escucha eso de toque de queda, ni de confinamiento.


Las construcciones que permitan fluir el aire son favorables para contrarrestar cualquier enfermedad de contacto social. Es la oportunidad de planificar la urbanidad pensando en futuras enfermedades que podría originar los usos indiscriminados de los recursos que han provocado daños al mismo espacio de la esfera terrestre. En cambio la pandemia ha provocado una reducción del flujo vehicular y con esto los humos que envenenan el ambiente.


A partir de ahora hay que redimensionar los espacios, los medios de transporte y una vida más en consonancia con la naturaleza. Con pocas medidas la calidad alimentaria puede cambiar, más lluvias, menos pesticidas y exposición de los alimentos a un medio ambiente contaminado.


El mundo ha trabajado en la prevención epidemiológica por medio de múltiples medidas como la limpieza, recolección de basuras, sistemas cloacales, agua potable, microbiología, hospitales pedagógicos es un ejemplo de las capacidades que tiene la humanidad para combatir cualquier mal, combatiremos la pandemia y aprenderemos a vivir mejor a partir de ella.

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