Nos está ganando la indiferencia

Por Onofre Salvador

Conocemos lo que pasó, estamos conociendo el presente, y lo que ha de venir se puede advertir sin que seamos adivinos. Las causas traerán sus consecuencias, se trata de la dinámica ineludible del convulso mundo de los vivos.

En este tiempo que se encarga de nuestra existencia, hemos llegado a un punto en el que da la impresión, de acuerdo a la realidad que nos abraza, que está muy diezmada la sensibilidad de la mayor parte de los llamados seres racionales que poblanos esta tierra. Lamentablemente, es lo que se siente y se ve desde hace un buen rato.

Si procedemos a hacer juicio de valor sobre lo que hacemos, o dejamos de hacer a favor o en contra de nuestros semejantes, se destacará con fuerte peso la indiferencia. Su manifestación es muy notoria, tanto que, muestra la peor versión de nosotros.

Los humanos, al parecer, nos encontramos en el punto más álgido de la guerra entre los valores y antivalores, dando indicios del acorralamiento de los primero. El comportamiento predominante, nos dice que vamos directo a la deshumanizacion colectiva, a la conversión en especie de máquinas carentes de sentimientos, al menos los de bondad.

La indiferencia se expresa de manera cruda en aquello de importarnos poco el prójimo, es decir, que más allá de nuestro pequeño círculo, pareciera que ignoramos que existen otros seres con las mismas prerrogativas que nosotros, a los que debemos respeto, cariño y reconocimiento.

Ser indiferente es una de las peores actitudes que puede caer sobre una persona. No sentir o dar de lado al dolor ajeno, es una perturbadora postura que daña sin piedad.

Ser indiferente nos aleja sin remedio de las necesarias y hasta imprescindibles relaciones humanas. Vivimos en un planeta cada vez más solitario a pesar de del aumento de su población.

¿Será que el amor se ha ido?

La realidad nos está colocando en una ruta peligrosa, en la que empezamos a pisarnos los unos con los otros, sin que aparentemos inmutarnos ante los quejidos de los que caen y no pueden levantarse para seguir caminando.