El genio inesperado

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Por: Ruddy Aquino 


El pequeño, buscaba respuestas a sus incertidumbres, pues había perdido a su padre en los derrumbes ocurridos durante el paso de una tormenta tropical años atrás y desde entonces su madre jamás volvió a ser la misma... aquella madre cariñosa, llena de dulzura, comprensión y firmeza que cuidaba de él y sus hermanos con tacta prudencia y alegría contagiosa.


La tristeza se había apoderado del alma de aquella gran mujer, la soledad en sus constantes días de aislamiento y la impotencia de no poder remediar la situación, hacía insoportable la irritación.


A raíz del fallecimiento de su más grande héroe, la vida del niño se había convertido en un montón de preguntas, pero nunca perdió la esperanza de hallar respuestas en la naturaleza.


El genio llegó tarde como de costumbre, de su camisa colgaba el bolsillo a punto de desprenderse, su pantalón limpio aunque muy arrugado y sus rotos zapatos dejaban en evidencia la ausencia de calcetines en sus pies.


Colocó la mochila que había heredado de su hermano mayor, al lado de la única butaca desocupada, abrió con torpeza la cerradura principal, sacó su cuaderno de dibujos, un lápiz roto en dos pedazos y un viejo sacapuntas de navaja con la cubierta de plástico.


Hubo un enorme silencio en el salón hasta que éste cerró la mochila y ocupó su asiento mientras la maestra reanudó la explicación de los ejercicios matemáticos en la deteriorada pizarra de color verde oscuro.


El niño, a pesar de estár por segunda vez en el mismo grado, no llegaba a entender nada de lo que allí se explicaba, se las pasaba dibujando en su cuaderno todo tipo de plantas y animales. Siendo el mayor de la clase, no tenía muchos amigos, durante el receso, solían verlo regando las plantas, observando las hormigas, las flores, las mariposas o cualquier bicho de la naturaleza que apareciera en el patio de aquella vieja escuela enclavada en un talud de la zona vulnerable en la que los derrumbes y deslizamientos de tierra son contantes cada año durante los días lluviosos.


Este niño era diferente al resto, se negaba a seguir patrones y rutinas diarias, los maestros lo tildaban de rebelde y desobediente.

El pequeño genio Interactuó con plantas, insectos, animales y objetos del entorno mientras iba armando poco a poco el gigantesco rompecabezas que la vida le había puesto en frente.


Llegó la temporada ciclónica y con ella los torrenciales aguaceros, de una manera implacable, humedecían el suelo disminuyendo la estabilidad de las viviendas y exponiendo al peligro a todos los moradores.


Una mañana al cabo de varias horas de incesantes lluvias, la catástrofe se apoderó de la comunidad, destruyendo todas las viviendas al rededor de la escuela donde se encontraban cientos de estudiantes , entre ellos, aquél niño retraído y amante de la naturaleza, sobresalía por su serenidad ante el temor y desesperación de la muchedumbre.


Al lugar llegaron los equipos de rescate pensando que había ocurrido lo peor, para su sorpresa la escuela había quedado intacta a pesar de su antigüedad y su colección de grietas.


La tierra se había compactado y los izotes habían arraigado profundamente formando fuertes trenzas que sujetaban el suelo impidiendo que se derrumbe la construcción. 


Nadie podía creer que sea aquella vieja escuela la única edificación que había quedado en pié salvando milagrosamente la vida de todos.


El pequeño había plantado izotes en todos lados, vigilando cuidadosamente cada planta hasta verlas crecer, sabía que salvarían vidas. Sus compañeros y maestros se sintieron muy orgullosos a ver aquel niño ser condecorado.


A partir de ese momento se convirtió en un experto capaz de predecir el estado del tiempo adoptando medidas de prevención y seguridad ante fenómenos naturales, los comunitarios comenzaron a llamarlo GENIO "El genio inesperado"

Por: Ruddy Aquino,

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