La contextualización como competencia docente

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La contextualización, o capacidad de contextualizar un texto para descubrir su validez, es una competencia paradójicamente poco abordada en el discurso docente postmoderno, incluso con todo el cúmulo de informaciones falsas que llegan a través de las redes sociales y de algunos medios de comunicación de masa.


A esto hay que agregar el hecho de que esta competencia resulta tan indispensable para la adquisición y desarrollo de destrezas del pensamiento crítico, entre las que cuentan: la asociación, inducción, deducción, discriminación, generalización, determinación de nexos y sus relaciones conceptuales, etc.


Los contextos socioculturales, en sentido general, son los escenarios en que por naturaleza los sujetos adquieren y desarrollan sus conocimientos, destrezas y aptitudes como resultado de la satisfacción de sus necesidades cotidianas. Por ello, es necesario estudiar esos entornos heteróclitos de los estudiantes para, de esa forma, vincularlos eficazmente con los discursos escolares que adquirirán a través de la lectura de los textos escolares.


Desconocer esta realidad, al momento de decidir la carga del docente frente a los estudiantes, así como al asignar el tiempo necesario para que dicho docente desarrolle sus propias competencias, constituye un crimen de casi lesa humanidad. También constituiría una falta grave, si el docente no la toma en cuenta al momento de implementar sus estrategias de aprendizaje, puesto que haría un aporte muy pobre al desarrollo mental del aprendiz.


Los docentes deben preocuparse por desarrollar estrategias de contextualización porque, de lo contrario, seguirán egresando de nuestras aulas, estudiantes atemorizados con noticias falsas o exageradas. Actualmente, por ejemplo, circula por las redes un vídeo en el que habla, supuestamente, la directora de un hospital importante del norte del país, sobre el daño que causará el polvo del Sahara.


Aunque algunas de sus afirmaciones son ciertas, el énfasis y el objetivo de este artefacto comunicativo es mantener a los receptores pueriles en estado de pánico y resignación. Contextualizar un texto multimodal como este, incluye plantearse las preguntas: ¿Qué dice? ¿Quién lo dice? ¿Por qué lo dice? ¿Cómo lo dice? ¿Quiénes lo corroboran? ¿Cuándo y dónde lo dice? ¿Qué me convence de su veracidad?, etc.


Las autoridades del MINERD, del MESCYT y todo el que se dedique a la enseñanza formal, saben que en todos los contextos se desarrollan destrezas de acuerdo a las necesidades que estos imponen a los sujetos. En todos se piensa y se actúa de acuerdo a normas contextuales (Coseriu, E. 2001). Los estudiantes que provienen de contextos rurales, adquieren y desarrollan las destrezas necesarias para interactuar eficazmente en su medio. Aprenden la vida del campo con todos sus vericuetos.


En contraste, las destrezas que desarrollan los estudiantes citadinos no son las mismas que las del campo, puesto que el contexto urbano presenta un conjunto de realidades que no existen en el rural, y viceversa. Además, no en todos los campos encontramos las mismas realidades (en algunos hay distintos tipos de ganados, ríos, bosques… mientras en otros no). Y no en todas las ciudades encontramos las mismas realidades. Algunas poseen avenidas muy grandes y con muchas luces, trenes y ferrocarriles, pero en otras el concepto de ciudad es mucho más reducido.


Los estudiantes criados en ambientes literarios, en los que los libros y las lecturas en voz alta, en voz baja y en silencio son protagónicas, tienen mayores probabilidades de desarrollar la competencia lectora, incluyendo todas las destrezas del pensamiento crítico que esta conlleva. Pero eso no significa que los de entornos menos librescos no puedan descubrir aquel primer amor por los libros, tal vez con mucho mayor tiempo y esfuerzo.


En los contextos no sólo se desarrollan las competencias generales, sino además que se configuran los esquemas o mapas mentales de los sujetos. Cada configuración mental de un alumno responde al conjunto de características y condiciones que los circundan desde la concepción hasta el momento en que conoce otros contextos, y hasta la muerte, etc.


Como afirma Kandel, E. (2015) “cada quien es arquitecto de su propio cerebro”. Sobre todo, cada quien debe ser responsable de sus acciones y de los contextos en que decide desenvolverse. Pero una gran parte de nuestros estudiantes no tiene la madurez necesaria para enfrentarse a la postverdad, que como se sabe consiste en inventar y difundir acontecimientos que no son de hechos, con el propósito de eximirse de responsabilidad ante una situación evidente. Sería un gran aporte enseñarles a contextualizar.


Y es que, todas las experiencias pueden ser modificadas en la medida en que el sujeto sale de su entorno y se expone a las normas de otros contextos. Por eso, Sousa, D. (2014, p. 31) afirma que “los padres y los educadores deben recordar que la plasticidad y la resiliencia del cerebro le permiten aprender casi cualquier cosa en cualquier momento”, por lo que si los dispositivos neurológicos se encuentran en buen estado, casi siempre será posible aprender/desaprender.


El perfil ideal del docente es justamente el de un conocedor y reconocedor de las diversidades culturales, y su principal virtud debe ser la de crear condiciones adecuadas para que los estudiantes se apropien de las realidades del contexto docente, lo que les permitirá desarrollar la competencia intelectual y enriquecer otras competencias según los contextos escolares y académicos.


Entonces, el tema del desarrollo de competencias generales y específicas no se resuelve cambiando morfología verbal (presente simple de indicativo de primera persona por verboide de infinitivo). Mucho menos sustituyéndolo por expresiones de menor valor semántico, como son “habilidades” o “destrezas”. Es enseñando a pensar. Leer comprensivamente implica un amasijo de elementos mentales y contextuales que sólo puede alcanzarse en la praxis misma de la lectura de los textos en sus contextos.

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