​Hijo fuiste y padre será.

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Al observar la naturaleza y reflexionar sobre cómo esta actúa sobre su reino, se pude concluir que el ser humano tiene albedrío limitado. La fuerza de la naturaleza es mayor que sus acciones. En función de eso hay reglas de la naturaleza a tomar en cuenta y respetar. Uno de estos son los mandamientos, acatarlo puede significar una vida mucho más tranquila, duradera y feliz.


Analizar solo uno puede contribuir a mejorar las relaciones sociales. Honrar padre y madre es el cuarto mandamiento desde Moisés. Está claro que los seres vivientes son producto de la naturaleza y que los hijos no son propiedad de los padres, estos los progenitores solo son instrumentos para traerlo al mundo. Una vez en el mundo tiene una responsabilidad de criarlo y formarlo. Por naturaleza el hijo tiene un compromiso con el padre de respeto, cariño y siendo parte en todas sus dificultades. (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:4: Efesios 6:2,3)


¿Cuándo se respeta y se ama a padre y madre? El hijo bueno cuida y demuestra su cariño a sus progenitores, reconoce el sacrificio y el verdadero amor recibido de parte de ellos durante todo su proceso de desarrollo. Se ve su conciencia cuando escucha sus recomendaciones. (Proverbios 7:1,2;23:26). El hijo que habla con irrespeto a sus padres es condenado por Dios. (Proverbios 30:17).


Jesús sabiendo que iba a morir dejó quien se ocupe de su madre (Juan 19:25-27). El buen hijo es bendecido con abundancia, amor y felicidad. El hijo de este tiempo ve al padre como desfasado fuera de honda. Cree que él es el dueño de la tecnología y del saber por no reconocer la autoridad de los progenitores. La biblia en Colosenses 3:20, reza hijos sean obedientes a sus padres en todo porque eso le agrada a Dios.


Jesús es un modelo de obediencia especialmente al padre creador. (Lucas 2:51) El respeto hay que trabajarlo con buenos modelos, si el padre no actúa debidamente, será difícil conseguir el respeto de sus hijos. A veces los hijos salen malos, siendo de buenos padres, se debe a que el padre recibe de sus hijos lo que hizo por los suyos. No es lo mismo ser hijo que ser padre. Bien lo dice el proverbio popular hijo fuiste y padre será. La belleza de los hijos son sus padres (Proverbios 17:6).


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