Por Onofre Salvador
Decían algunos de los versos de un viejo poema del español, Ramón de Campoamor, que el árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza, pues se hace naturaleza el vicio con que ha crecido.
Algo similar le ocurre al gobierno encabezado por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), visto el balance de sus ejecutorias en estos casi tres años de gestión. Y es que, son innumerables los cuestionamientos a sus políticas públicas, no solo por quienes les adversan en términos políticos, sino también por parte de su gente, y la población en general.
No hay que ser muy ducho en ciertas cosas, para advertir desde el inicio hasta los momentos actuales, todas las improvisaciones del oficialismo, delatadas y denunciadas por expertos y, como se ha visto, dejadas sin efecto al ser dañinas, o simplemente inejecutables.
La verdad es que faltaría tiempo para hablar de todas las pifias del presente gobierno, entre las cuales se destacan los anunciados fideicomisos para una diversidad de áreas y asuntos, el proyecto de ley sobre trata, el anuncio con bombos y platillos de celebrar especie de tratados de libre comercio con países fuera de nuestro ámbito comercial, con cero gravámenes a sus productos, entre otras cuestiones ilógicas.
El deterioro de los servicios públicos, no soporta más denuncias. Aspectos que parecían superados o mejorados en gran magnitud, sufrieron un retroceso, explicable solo por una forma de gerenciar vista en otras administraciones, es decir en lo que se puede señalar como génesis partidaria y política de los hoy oficialistas.
De ninguna manera pretendemos santificar en todo a los demás gobiernos que hemos tenido, sin embargo, hay diferencias notorias en una serie de cosas, que marcan cierta distancia. Por ejemplo, al margen de que reunirse no sea malo, siempre que el propósito tenga validez, en problemas como el que el exidtente con nuestros vecinos, no se debiera estar llamando a pactos, solo ceñirse al cumplimiento estricto de la Constitución, las leyes mandatorias, y punto.
En ese particular, no es la primera vez que ocurre. Se sabe a ciencia cierta que esas reuniones no sirven de mucho, máxime cuando se ve a leguas que no hay voluntad política para cumplir cualquier asunto que salga de ellas, convirtiéndose lo que sale de ahí en retórica vacía. Se entiende que ser nacionalista, patriota y demás aspectos asociadados a la soberanía, no es asunto de reuniones en grandes salones, mientras en los hechos se hacen otras cosas.
Sin discusión alguna, aquí hay gente respetable, no por sus posiciones de hoy frente a la problemática de casi ocupación pasiva, sino por exhibirlo en una larga trayectoria, por lo que no podemos mezclar los mansos y cimarrones, es decir a los firmes con los que se ven compelidos a decir cosas por la presión, resultando frágiles y poco sinceras, como está demostrado.
No hay espacio para la duda, hemos retrocedido mucho en términos institucionales, con todo y no ser algo superado en otros gobiernos, pero hay notables diferencias en ese sentido. Se percibe poca planificación, lo que nos lleva directo a ser reactivos, no proactivos.
El costo de la vida se ha disparado de manera alarmante, dejando con poca alternativa a una población que no esperaba grandes cosas de la presente administración, pero nunca creía que esto le iba a pegar tan recio.
Discursos llenos de bondades, mismas que contrarrestarían lo que estaba mal o aparentemente mal, para terminar haciendo las mismas cosas, peor en muchos casos; poniendo muy de moda aquello de una cosa es guitarra y otra con violin.
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