​EL TIEMPO Y SUS VERDADES

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Por Onofre Salvador


En nuestro país ocurren cosas muy raras, y hasta confusas.Todas son develadas por el infaltable transcurrir del tiempo, el que siempre se encargará de colocar cada cosa en su justo lugar.

Al momento de escribir esta columna, nos separan apenas unas horas de la denominada operación Calamar, calificativo de una especie marina que se agrega a otros denominados pulpo, meduza, y toda una gama del agua salada, de las que se derivan allanamientos y apresamientos por parte del ministerio público.


De entrada, sin señalar culpables o inocentes, por tratarse de aspectos propios de un proceso judicial que deberá ceñirse a procedimientos estrictos, estipulados en el código procesal penal y demás soportes legales, se nota el aparataje de costumbre, sin que se vea mucho avance; los casos anteriores hablan por si sólo.


Estamos partiendo de una realidad, donde se manifiesta a primera vista, el vencimiento de plazos procesales, sin que se formalicen las acusaciones, parte que nos muestra poco progreso, o mínima intención de llevar adelante los montones de denuncias de corrupción, incluida la de gente que ha participado o participa en el presente gobierno.


Las señales no dejarán nunca de ser importantes, mucho más todavía, los hechos, mismos que dejan a la luz un balance negativo en la supuesta lucha contra un mal que corroe las entrañas del Estado.


No es nuestra intención cuestionar el sometimiento de pasados funcionarios, tampoco tenemos derecho a tal cosa. De lo que se trata, es si se torna indispensable el aparataje, el ruido, con individuos que están visibles y fáciles, sin evidente peligro de fuga.


Que se sepa, no es nuestro papel hacer defensas, y aunque soy abogado, aquí estoy enfocando las cosas desde otro ámbito; ellos tienen de sobra quien les maneje sus procesos, si es que llegan a ese nivel, porque pasado casi 3 años, no he visto más que aparatajes.


El contexto actual, próximo a un torneo electoral, y anticipada la poca acción con otros somentimientos similares, ponen a mucha gente, entre las que se encuentra este simple ciudadano, a dudar de que hay reales intenciones de colocar tras los barrotes, a los que, luego de pruebas irrefutables, merezcan estar allí.


Los procesos se dañan, nuestro país tiene ejemplos en cantidades industriales. Lo primero, son las penas anticipadas, es decir en faces no deliberativas y, como si fuera poco, las condenas fuera de los tribunales, como si los que miramos desde la parte de afuera, estamos en capacidad de decir quien es culpable, o quien es inocente.


Algunos, estoy seguro, dirán que al ministerio público no se les dictan pautas, y en eso tienen toda la razón, la Constitución, su ley, y otros mandatos, le dan poderes para actuar cuando lo estimen conveniente. Sin embargo, no se corresponden en lo absoluto, sus ruidosas actuaciones, con un balance que digamos minimamente bueno.


Hay unos cuantos sometimientos, también rumores que pueden ser infundados o ciertos, incluido sobre algunos funcionarios de esta administración que estuvieron en posiciones importantes, apareciendo en algunos caso con otras en el servicio exterior. Cada quien es inocente hasta prueba en contrario, pero se les debe llevar su proceso sin distinción partidaria o de otra índole.


Seguiremos mirando hasta donde llegan con esto, un tanto complicado y bajo cuestionamiento, de cara a un venidero proceso electoral, donde el oficialismo no camina tan cómodo como aquellos días de gloria cuando se alzaron con la presidencia.

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