Por Onofre Salvador
Abogado y comunicador
La política tiene, además de su lenguaje, señales que indican el éxito o fracaso de los partidos de cara a un certamen electoral. Sin importar que la separación de tiempo sea corta o larga, se muestran en el desarrollo de sus actividades, los elementos necesarios para enteder quién es quién.
En cuanto al lenguaje, se va construyendo a través del desarrollo de los hechos, en frases que denotan debilidades y fortalezas. Diríamos que no son expresiones genuinas, o si se quiere planificadas por los partidos, nacen y toman cuerpo a partir de la propia gente llana, misma que las hacen popular en sentido positivo o adverso.
Aunque suena a cliché, resulta interesante poner el oído en el corazón del pueblo, con el se sabe por donde viene la cosa; al menos quien tiene tacto y olfato político conoce muy bien esto; es algo que en nada tiene ver que con el fanatismo, ingrediente que desnaturaliza el propio pensamiento de los individuos, colocándole espejismos al frente.
Cada proceso electoral, enseña desde sus primeros días los que tienen posibilidades de ganar o perder. En el caso de los que se visualizan como posibles ganadores, también necesitan trabajar duro, con buen enfoque, parte inseparable de las excelentes coyunturas que vigorizan la construcción del triunfo.
Lejos del triunfalismo de algunos fanáticos de las organizaciones políticas, actúan las contagiosas voces generalizadas, diciendo por doquier que fulano, sutana o sutano, van a ganar o perder las elecciones, son como especie de sentencia que pocas veces yerran.
En relación a las señales, es importante observar, no solo los sondeos informales o encuestas formales que se hacen en todo el proceso, aspectos que pueden obedecer a la realidad, pero también al interés particular de los que ordenan su realización. En tal sentido, hay que tomar y dejar, poniendo mayor atención a la movilidad de la gente en cada organización.
Siguiendo con la parte de las señales, diríamos que no fallan aquellas que salen de la gente común, ya sea en las plazas comerciales, cerradas o abiertas, en el transporte público, reuniones familiares y de amigos, de igual manera en las juramentaciones constantes y masivas. El fenómeno de gente llana y no tan llana, juramentándose de manera seguida y abultada en una determinada organización política, es un elemento que habla muy bien de lo que viene a ser la construcción de un resonante triunfo electoral.
Otra señal que que tiende a fallar poco, se da con los constantes insultos de gente en los medios, con mayor énfasis en las redes sociales. Desde ahí lanzan sus ataques sucios, sin ningún contenido que merezca valor alguno. Que Juan es esto, que se robó tal cosa, mostrando todo el irrespeto del mundo, pero más que eso, la desesperación por sentir que su contrario crece de manera indetenible.
Por más que se diga, independientemente de si se está en el poder o no, quien no deje ver, o más bien se le note todo lo que acabamos de decir, más otros detallitos sumamente necesarios, sin la necesidad que seamos experto en ciencias políticas y demás oficios asociados, que haga como dicen los fanáticos de un gran equipo cibaeño de la pelota invernal: ¡Recoooojan, que perdieron!
Para recibir nuestras noticias o hacer denuncias, escribanos al correo diarioelmatero@gmail.com o al Whatsapp 829 232 5283
Escribe tu comentario