Onofre Salvador
Evitar, desactivar o crear conflictos entre países, dependerá siempre de las posiciones que adopten los Estados. En esa línea de operatividad emerge en su rol protagónico la diplomacia, misma que pondrá en marcha los planes concebidos por cada nación en particular, se supone para salvaguardar sus intereses.
Cada país tiene su cuerpo diplomático, el que deberá trabajar bajo lineamientos establecidos por los gobiernos a través de sus cancillerías. El canciller, por su parte, toma acciones de mayor grado en su calidad de jefe de ese delicado cuerpo.
Se entiende que si el trabajo es bueno, el país obtendrá múltiples beneficios, en caso contrario, se avanzará poco y se tendrían perjuicios de todos los tamaños.
Las negociaciones diplomáticas son intensas, y ameritan preparación e inteligencia, sin que falte el sagrado compromiso de servir a los intereses de sus Estados. De no ser así, se correrían toda clase de peligros.
Hoy como ayer, se desarrolla una amplia labor diplomatica que fortalece vínculos comerciales y de otra naturaleza entre los Estados, con problemas en uno u otro punto, por la visión limitada de los gobiernos, por intereses no buenos, pero también por no tener representantes diplomáticos prestos a hacer sus tareas.
Desde hace días se manifiesta uno de los tantos conflictos con nuestros vecinos, que a la luz de los precedentes, ha tenido un manejo pésimo en la parte diplomática y probablemente un poco más de ahí.
Lo que tenemos hoy como elemento perturbador, es decir, la construcción de un canal para redirigir o canalizar un mayor caudal de agua hacia suelo haitiano, al parecer tuvo su mayor apoyo en la inapropiada declaración conjunta de los cancilleres dominicano y haitiano de fecha 28 de mayo del año 2021. El párrafo cuarto de dicho documento, según se lee resultó altamente lesivo a nuestros intereses.
A la fecha, lamentablemente hay que actuar a partir de las consecuencias de manera reactiva, parte a la que se debe llegar como último recurso, sobre todo cuando no funcionan las negociaciones por cualquiera de las causas mencionadas.
Nuestra diplomacia, en todos los casos tiene que ser muy fina, mucho más con la aguda situación con nuestros vecinos. Con ellos hay que seguir lidiando, máxime cuando lo tenemos por montones aquí, más el éxodo que llega como sea y por donde sea.
Tenemos el problema encima, hay culpables a la vista, sin embargo, lo que sigue es corregir lo que se pueda con políticas correctas de nuestro Estado y gobierno, evitando los emisarios poco calificados en materia diplomática.
Hay muchas fallas, las que se pueden mejorar admitiendo errores y retomando el interés nacional, lo demás es sombra para apartar del camino.
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