Candidatos, discursos e instituciones políticas

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Onofre 3



Por Onofre Salvador


Este título sugiere de entrada, un asunto de gran importancia, como viene a ser lo institucional. Sin el debido compromiso y cuidado con esta parte, pierde valor cualquier proyecto de carácter partidario por más popular que sea o aparente ser.

Se hace indispensable reconocer, cobijarse con la sombrilla partidaria, primer elemento a tomar en cuenta en las campañas electorales, o fuera de ellas. Las orientaciones que emanan de la jerarquía, la planificación del trabajo, y la obediencia a los lineamientos de la organización, son aspectos, junto a otros, que no deben estar sujetos a discusión e irrespeto de ninguna clase.


Visto esto, debe entenderse al instante, la necesidad, primero de que se seleccionen personas que asuman el compromiso de poner siempre por delante la organización que lo representa, algo que debe manifestarse en palabras y hechos.

Desde hace un tiempo considerable, he venido, entre otras cosas, observando los aciertos y errores que se cometen en el sentido de lo tratado. Bastante les cuesta a las organizaciones políticas, no controlar y cuidar las formalidades que deben seguir los candidatos que exponen ante el electorado.


Profundizando un poco más sobre el que considero un tema sumamente delicado, pienso y creo firmemente, que bajo circunstancia alguna, se debe mezclar una cosa con otra, o, para que se comprenda mejor, nunca da buenos resultados aquello de que el o los candidatos, suplanten el partido en sus tareas intrínsecas.


Se hace necesario no solo el reconocimiento de la función de hombre e institución, sino también, que se respete de manera puntual lo que corresponde a cada parte, lo que evitaría sobresaltos y fracasos en la ruta hacia las metas propuestas.


Por las razones que sea, hoy se puede estar en una organización política, y mañana en otra; un derecho que le asiste al integrante, fundamentalmente donde impera la democracia. Por tal razón, siempre hay que colocar los intereses del todo, sobre la parte, a fin de evitar que se quiebre en pedazos lo que justamente responde al nombre de institución.


No puedo, ni debo concluir este razonamiento, sin referirme a la jerarquía y lo protocolar. La primera parte nunca se puede echar a un lado, porque al hacerlo se pierde absolutamente todo, incluido el respeto, que es mucho decir. En lo protocolar, especialmente lo que tiene que ver con la comunicación en las reuniones, se debe respetar de manera puntual, la jerarquía, uso de tiempo,manejo de contenido, y no puede faltar el cuidado del lenguaje.


Si no se comprenden los roles, evidentemente, se va sin remedio al caos, y probablemente a la derrota, partes en la que no se quiere ver absolutamente a nadie.

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