Exploración de la enfermedad desde la literatura

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El Matero, Literatura y enfermedad ¿Una buena mezcla? ¿Tienen vasos comunicantes? ¿Comparten comprensión, humanismo, pesimismo, esperanza? Hay de todo. La Fundación Ciencias de la Salud ha retomado el ciclo “Con otra mirada: literatura y enfermedad”, en el que hace dos décadas participaron escritores como Luis Landero, Almudena Grandes, Soledad Puértolas o Roberto Bolaños. Ahora, 25 años después, se relanza esta visión literaria. EFEsalud lo cuenta y repasa algunos de los personajes “enfermos” de la Literatura Universal. Desde luego, hay donde elegir EFE/Héctor Río



Son muchos los personajes, las tramas y las historias donde la enfermedad juega un papel crucial en las páginas y tomos de la mejor literatura. Y desde ópticas puramente realistas, simbólicas, físicas, psicológicas, psiquiátricas o metafóricas, entre otras.


¿Don Quijote era un enfermo, un loco o un lúcido visionario? ¿ La metamorfosis de Gregorio Samsa y el término kafkiano tienen algo de patológico o es puro surrealismo? ¿ Y los monstruosos Drácula o Frankenstein pueden considerarse ´pacientes´, uno como el paradigma de los vampiros y otro como ejemplo de fracaso en el intento por derrotar a la muerte? ¿ Y el Doctor Jekyll y Mr. Hyde?


Los tuberculosos de “La montaña mágica”, de Thomas Mann; los contagiados por la epidemia de “La peste“, de Camus; los invidentes de “Ensayo sobre la ceguera“, de Saramago, por citar algunos casos de literatura cimentada desde la enfermedad, ¿son realismo o simbolismo; medicina o metáfora?


Siete plantas: de la luz a la oscuridad.




En su excelente relato “Siete plantas”, el escritor italiano Dino Buzzati traza una semblanza de la vida hacia la muerte desde la apariencia realista de una persona prácticamente sana que transita hacia el ocaso de su vida por las plantas de un hospital de esmerados servicios y cuidado diseño, en manos de unos médicos amables, profesionales y talentosos, para proyectar un cuento de auténtico terror interior y pavoroso donde la enfermedad derrota por completo la esperanza.

Pero no sucede así siempre; en muchas ocasiones, la enfermedad es curada y derrotada.


Personajes de Paul Auster las pasan canutas, incluidas duras dolencias, pero las superan y resurgen. Héroes valientes y humanistas, que a pesar de caer enfermos y maltrechos, triunfan sobre las adversidades para seguir adelante y no rendirse jamás. Gente como “Los tres mosqueteros” o “El Conde de Montecristo”, de Dumas; los protagonistas de tantas aventuras de Julio Verne; los famosos detectives de Raymond Chandler (Philip Marlowe) y Henning Mankell (Kurt Wallander); los personajes de Patricia Highsmith, siempre en el alambre; o el ínclito Sherlock Holmes de Conan Doyle, con un médico a modo de sombra y contrapunto, el doctor Watson. Son solo algunos ejemplos.


La Historia de la Literatura da para ejemplos numerosísimos de enfermedades que llevan a la tumba y de enfermedades que sirven para evolucionar, avanzar, crecer y mejorar. Enfermedades que concluyen en la oscuridad y enfermedades que abren las ventanas de la luz y el renacimiento.


Con otra mirada: Literatura y Enfermedad




Seguramente, con todos estos ecos en la cabeza y muchos otros, la Fundación Ciencias de la Salud retomó en junio pasado su ciclo sobre Literatura y Enfermedad, de la mano de tres escritores, Juan Pedro Aparicio, José María Merino y Luis Mateo Díez, quienes leyeron algunos de sus cuentos y extractos de sus novelas, donde la enfermedad marca la ruta del relato; y días después, en otra sesión de este ciclo, el escritor Andrés Trapiello centró su conferencia en la hipocondría. 


“En mi literatura hay mucha enfermedad. Cuando lo he repasado me he quedado inquieto”, dijo Luis Mateo Díez, entre lectura y lectura, en el encuentro con Aparicio y Merino estructurado como un filandón, sesión en la que se cuentan historias breves y pequeños relatos, en una fórmula que es homenaje a la narración oral.

De izqu. a derecha, Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y José María Merino/Foto facilitada por la Fundación Ciencias de la Salud

En su justificación de este proyecto, la Fundación argumentó: “Habitualmente, buscamos dar voz a los científicos para mostrar los aspectos técnicos y bioéticos; con este ciclo, pretendemos contribuir a superar las artificiales fronteras intelectuales que separan las ciencias y las letras, fronteras arbitrarias que les han convertido, a menudo, en mundos separados”.


“La enfermedad ha condicionado la vida y -no pocas veces- también la obra de muchos de los más grandes escritores, y compartir su mirada es abrirnos a otros ámbitos, para entender mejor la vida y el dolor de los seres humanos”, afirmó José Miguel Colldefors, patrono de la Fundación Ciencias de la Salud. 


Otro de los impulsores de este proyecto, el profesor Francisco Javier Puerto, catedrático de Historia de la Farmacia en la Universidad Complutense, recalcó que, en la actualidad, los seres humanos se observan “como elementos de laboratorio, puramente materiales” y se olvida que los pacientes “no solo sufren con su cuerpo, sino con todo su ser”.

“Yo soy un hipocondríaco con base, no imaginativo”, dijo Andrés Trapiello en su intervención, en la que citó a escritores que se han adentrado en sus páginas en estados de indecisión sanitaria, como Proust, Azorín, Juan Ramón Jiménez o Unamuno. 


Javier Puerto (izq.) con Andrés Trapiello/Foto facilitada por la Fundación Ciencias de la Salud

Trapiello contó la anécdota que le sucedió hace un tiempo cuando seguro de que le estaba dando un infarto corrió a las urgencias del hospital y subió las escaleras a toda prisa de tres en tres. La terapia de los doctores fue inmediata: “Señor, no es posible que una persona con un infarto venga a esta velocidad a urgencias y subiendo los escalones de tres en tres”. Asunto cerrado, de momento, porque Trapiello persiste en sus temores.

“La muerte se exorciza con el humor”, sentenció Trapiello y añadió: “La muerte es lo más común que tenemos”.

El ciclo proseguirá después del verano y no descarta conectar la enfermedad con el cine o la pintura, además de la literatura, señaló Javier Puerto a EFEsalud.


Siete trastornos mentales inspirados en personajes literarios.






Síndrome de Dorian Gray (El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde): Obsesión patológica por la propia imagen y la idea de ser siempre atractivo para los demás.

El actor Eloy Azorín, en el papel de Dorian Grey, durante el ensayo de la obra de Oscar Wilde “El retrato de Dorian Gray”, en versión de Fernando Savater/EFE/Julio Muñoz

Síndrome de Münchausen ( Las aventuras del baron Münchausen, Rudolf Erich Raspe): Fingimiento de estar enfermo para recibir atención médica.


Síndrome de Ofelia (Hamlet, Shakespeare): Trastorno que se caracteriza por síntomas de pérdida de precisión en la conversación; amnesia parcial; alucinaciones y depresión.


Síndrome de Rapunzel (Rapunzel, Hermanos Grimm): Compulsión a arrancarse el pelo (tricotilomanía) y a comérselo (tricofagia).


Síndrome de Huckleberry Finn (Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain): Tendencia enfermiza a eludir responsabilidades durante la infancia que se alarga hasta la etapa adulta.


Síndrome de Otelo (Otelo, Shakespeare): Delirio de celos que sufren quienes se obsesionan con la infidelidad de su pareja, aunque todas las evidencias prueben lo contrario.


Síndrome de Pollyanna (Pollyanna, Eleanor H. Porter): Optimismo enfermizo que lleva a poner en riesgo la propia vida ante la creencia absoluta de que nada puede salir mal y ver únicamente la parte buena de cualquier situación, por catastrófica que sea


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