Taiwán es el último referente caído de la pandemia: ¿qué ha pasado?

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DIARIO EL MATERO, Por regla general, en la mayoría de los países desarrollados del mundo el 2020 fue el año del coronavirus, con numerosos contagios, mientras que el 2021 se está caracterizando por ser el de las vacunas, con la llegada de millones de dosis que tienen como objetivo lograr una inmunización general de la población.


En este sentido, las diferencias en el número de contagios y fallecimientos varían mucho de un año a otro, ya que a medida que avanza la vacunación van cayendo de forma radical ambas variables, tal y como se ha observado en naciones como Estados Unidos, Reino Unido o Israel.



Sin embargo, en otros lugares del mundo ha ocurrido una situación contraria. Mientras que en el 2020 la covid-19 apenas tuvo incidencia entre su población y los casos fueron contados, el 2021, cuando supuestamente las condiciones para evitar la expansión del virus son mejores, (vacunas, más conocimiento de la enfermedad, fronteras cerradas) están sufriendo sus peores momentos de la pandemia. Un caso paradigmático es el de Taiwán.


Este territorio separado de China desde hace siete décadas, tras el triunfo del comunismo, se reivindica como un país independiente pese a que apenas dos decenas de naciones en el mundo le consideran como tal. De hecho, el gigante asiático le cataloga como una provincia rebelde que terminará reunificándose con la China continental. Se trata de un estado muy desarrollado que se ha convertido en democracia y donde los derechos y libertades están garantizados.


Al igual que en el resto de países, los primeros casos de coronavirus llegaron en marzo de 2020. Durante aproximadamente un mes se estuvieron notificando contagios, aunque el pico diario se estableció en solo 22 positivos en 24 horas.


Teniendo en cuenta que la población es de 24 millones las cifras son bajísimas. Por ponerlo en contexto, España tiene aproximadamente el doble de habitantes y en esas fechas llegó a reportar 400 veces más de casos, con cifras superiores a 8.000 contagiados diarios.


Desde el inicio de la pandemia Taiwán se convirtió en un referente gracias a la celeridad en la aplicación de restricciones y al control exhaustivo de los contagios. Aunque era un lugar de riesgo máximo por su cercanía con China y los frecuentes viajes entre ambos territorios, las autoridades reaccionaron y cerraron las fronteras muy pronto.


La estrategia se basó en la realización de test masivos para identificar a las personas infectadas, el aislamiento de los contagiados y la cuarentena obligatoria para los contactos cercanos, así como imponer el uso de mascarilla y de medidas de higiene.


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Lagestión del coronavirus de Taiwán ha sido muy aplaudida. (Photo by Walid Berrazeg/Anadolu Agency via Getty Images)

El resultado fue un éxito y hasta abril de 2021 Taiwán apenas tenía unos cientos de casos y solo 11 muertos en toda la pandemia. Pero en mayo las cosas se torcieron. Actualmente el territorio acumula cifras cercanas a los 10.000 contagios y 166 muertes. Solo se han recobrado poco más de 1.100 personas, por lo que la mayoría de casos están actualmente activos.


Ya son tres semanas seguidas reportando entre 400 y 500 casos diarios, una cifra bastante pequeña todavía en comparación con otros países desarrollados, pero que supone un récord en la gestión de la pandemia taiwanesa y muestra que la actual ola está muy presente, poniendo en dificultades a la región. La cifra de víctimas mortales también ha subido mucho y ha habido bastantes días en los que se han notificado más fallecidos en 24 horas que en todo un año como consecuencia de la pandemia.


Lógicamente que uno de los grandes ejemplos de cómo gestionar la pandemia esté sufriendo un gran repunte en un momento que teóricamente no era tan delicado obliga a preguntarse qué ha pasado. La realidad es que se han juntado una serie de factores que han actuado como tormenta perfecta.


La vacunación


Lo primero que hay que mirar es la vacunación, ya que en muchos países la inmunización colectiva ha desplomado los contagios. Y lo cierto es que Taiwán no va nada bien con las vacunas. El territorio apenas ha recibido 700.000 hasta ahora, lo que ha hecho que solo pueda inmunizar a un 1% de su población aproximadamente.


En estos últimos días, sus autoridades han levantado la voz contra China y han acusado al país de estar bloqueando un acuerdo con BioNTech para la llegada de dosis. Este retraso en la inmunización colectiva ha ayudado a que se produzcan los repuntes.



Otro factor importante ha sido precisamente el éxito a lo largo de los meses anteriores. La escasa incidencia que ha tenido el coronavirus en el territorio ha provocado que prácticamente nadie en la sociedad haya desarrollado anticuerpos contra la covid-19, una circunstancia que les hace más susceptibles de caer ahora que se ha producido una mayor transmisión.

De esta manera, ante la propagación de contagios no hay casi nadie en la sociedad que actúe de filtro y el virus puede progresar más rápidamente igual que lo hizo en España a principios del 2020.



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La incidencia de las variantes


No se puede olvidar tampoco el hecho de que el coronavirus en todo este tiempo ha ido evolucionando para poder sobrevivir. Así, la primera versión originada en China no tiene nada que ver con las actuales.


Las sucesivas variantes que han ido apareciendo (británica, sudafricana, india) se han caracterizado por ser mucho más contagiosas, un factor que ha ayudado a que ahora haya más proliferación de casos en Taiwán.


La fatiga pandémica


Finalmente hay que reseñar el efecto que puede tener la fatiga pandémica. Desde el principio los taiwaneses tuvieron miedo a esta pandemia debido a la incidencia que había tenido la del SARS de 2003, un factor que ayudó al éxito de las medidas disuasorias.


Sin embargo, un año después la población sigue sometida a restricciones pese a que la pandemia apenas ha hecho su aparición en el territorio con meses enteros con poquísimos casos y sin fallecidos. Esta situación unida a la falsa seguridad por el éxito en el 2020 lleva a los habitantes a relajar las precauciones y este cóctel ayuda a que el virus sea capaz de prosperar.


Y es que como bien se ha demostrado, a falta de vacunas las medidas más útiles para frenar la expansión del coronavirus son la distancia social y el uso de mascarilla. De momento pese a los éxitos iniciales, esta nueva ola demuestra que con la covid-19 no es posible relajarse ni un solo momento.



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