La nacionalidad va más allá de un nombre

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Onofre 3



Por Onofre Salvador


Toda persona que tenga un nivel de información de aceptable hacia arriba, conoce del desarrollo intelectual, y calidad de escritor del señor Mario Vargas Llosa. Eso no se le puede regatear, al igual que a otros que han desempeñado y desempeñan tan exigente y difícil arte.


Cuando pensamos en los más connotados novelistas, cuentistas, poetas, y poetisas de nuestra América latina, los primeros nombres que nos llegan, sin menospreciar a los demás, son los de Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Isabel Ayende, José Ángel Buesa, Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Juan Bosch, Ernesto Sabato, Gabriela Mistral, Carlos Fuentes, y el propio Llosa.


Cada personaje de los mencionados, tiene sus características en el noble oficio, resultando del agrado o rechazo, segun el gusto de cada persona.


Vista esta parte, la que es necesario resaltar, y dejando fuera lo que agrada de cada uno de ellos, resulta necesario irnos a otro aspecto, mismo que motiva este simple escrito: se trata de la posición asumida por el señor Mario Vargas Llosa, con nuestro país, y sus dolorosos, injustos e irresponsables pronunciamientos, en los que nos dio el calificativo de parias del caribe, además de compararnos con aquellos comportamientos asesinos observados en los nazis hitlerianos.


Aquello fue imperdonable, lo sigue siendo en la actualidad. Nos colocó como lo peor, lo inferior, lo inservible. Todo por nuestra desigual lucha de hacer valer la soberanía, acción que nunca se ha distanciado del debido respeto a los derechos humanos, eso que no hacen las potencias que nos presionan por todas las vías disponibles.


En la República Dominicana hay un ruido tremendo, y las razones sobran. Se le ha otorgado la nacionalidad al señor Vargas Llosa, enemigo en los hechos de esta tierra. Privilegiar lo, tal y como lo hizo nuestro presidente, conociéndose todo lo que nos hizo en la comunidad internacional, cuyas consecuencias están latentes, no solo resulta una vergüenza, sino una falta de consideración para muchas personalidades extranjeras, que tienen ese mérito ganado, pero que se les ignora.

Salvo que no se quiera seguir dando la impresión de que estamos del lado de los enemigos de la patria, no se alcanza a ver la forma que pueda justificar tal desatino.


Lo que está viviendo nuestra nación, no es cosa fácil. Se conoce desde hace mucho tiempo de la campaña maliciosa, dañina en demasía a los intereses patrios, puesta en marcha por organismos y personalidades foráneas, con aliados en el patio. Se nos ha catalogado de xenófobos; violadores de los derechos humanos, y muchas falacias más, razones de peso para que seamos cuidadosos con quienes nos atacan sin piedad.


Lo que dijo el laureado escritor, sobre lo que entiende somos los dominicanos, es una herida punzante difícil de retañar, peor aun, nunca se le ha escuchado un arrepentimiento, un me equivoqué con gente que solo ha sabido profesarle buen trato, incluso a quienes quieren destruirle.


Es un error, e irrespeto muy grande, darle el privilegio de ser dominicano, sin importar como se llame, a quien nos trató peor que una mal oliente basura.


Dicen por ahí, que rectificar es de sabios.

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